Pedro Sánchez compareció este lunes decidido a cerrar filas y ganar tiempo. En una larga rueda de prensa en la que presentó su balance de los cumplimientos durante el año, el presidente del Gobierno defendió la continuidad del Ejecutivo, rechazó dimitir o someterse a una cuestión de confianza y reafirmó su compromiso de agotar la legislatura hasta 2027, incluso en un contexto marcado por tensiones con sus socios parlamentarios y por los escándalos de corrupción y acoso sexual que salpican al PSOE.
“Vamos a buscar apoyos debajo de las piedras para hacer políticas en favor de la mayoría”, insistió Sánchez, dejando claro que no contempla un adelanto electoral ni una remodelación profunda del Consejo de Ministros, pese a las exigencias de Sumar. El jefe del Ejecutivo subrayó que la composición del Gobierno es una competencia exclusiva suya y defendió la gestión de todos los ministros y ministras, tanto socialistas como de la formación de Yolanda Díaz, a los que calificó como “uno de los mejores gobiernos que ha tenido España”.
En el plano parlamentario, Sánchez confirmó que aceptará reunirse con Esquerra Republicana y con su líder, Oriol Junqueras, y admitió que la relación con Junts per Catalunya está “rota”, aunque reiteró su voluntad de reconducirla. Entre los gestos hacia el partido de Carles Puigdemont, el presidente citó avances en la publicación de las balanzas fiscales y la iniciativa para que Cataluña y Euskadi se conviertan en miembros asociados de la UNESCO y de la Organización Mundial del Turismo.
Uno de los momentos más delicados de la comparecencia llegó al abordar los casos de acoso sexual. Sánchez defendió la actuación del PSOE en el caso de Francisco Salazar, asegurando que se tomaron medidas “el mismo día” en que se conocieron las informaciones y reivindicando el protocolo interno del partido como una herramienta pionera. “Ser feminista no te hace infalible, pero sí te marca la dirección”, afirmó, antes de sostener que lo que debilita a la organización no son las denuncias, sino “las conductas machistas”.
En materia de corrupción, el presidente trazó una línea clara con el pasado del PP y el caso Gürtel. “No hay financiación irregular del PSOE”, afirmó con rotundidad, rechazando cualquier paralelismo con la etapa de Mariano Rajoy. Sánchez defendió la transparencia de las cuentas socialistas, auditadas —dijo— por el Tribunal de Cuentas y por auditorías externas, y reiteró que su responsabilidad pasa por apartar a los implicados, colaborar con la Justicia y continuar gobernando.
Cuestionado por la falta de autocrítica tras haber confiado en figuras como José Luis Ábalos o Santos Cerdán, Sánchez se defendió con una frase que resonó en la sala: “Se conoce más a una persona yendo de vacaciones y subiéndose a un yate que compartiendo mesa en el Consejo de Ministros”.
El presidente también rechazó de plano que los casos que afectan a su entorno formen parte de una “campaña de acoso personal”, aunque admitió errores de velocidad en la gestión. Pese a ello, reivindicó la credibilidad de su Gobierno por la respuesta dada y por la continuidad de su agenda social, desde la subida del salario mínimo hasta la revalorización de las pensiones o las políticas de igualdad.
En el cierre, Sánchez volvió a situar el debate en términos de estabilidad democrática y respeto al resultado electoral. “Habrá una legislatura de cuatro años”, zanjó, convencido de que su mayor responsabilidad histórica no es solo frenar a la derecha y la ultraderecha, sino seguir avanzando en derechos sociales y económicos. Con ese mensaje y un deseo de “felices fiestas” a los periodistas, el presidente dio por terminada una comparecencia en la que dejó claro que, al menos por ahora, no piensa moverse un milímetro.








