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Tecnología y precisión; Así se crean los mejores visores de punto rojo en Aimpoint

Manualistas realizando un salto paracaidista desde 30.000 pies que requiere del uso de oxígeno para respirar y llevar ropa especial para soportar el rigor de...

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Manualistas realizando un salto paracaidista desde 30.000 pies que requiere del uso de oxígeno para respirar y llevar ropa especial para soportar el rigor de unas temperaturas extremadamente bajas; buceadores de combate moviéndose con equipos de circuito cerrado a 8 metros de profundidad para aproximarse de forma discreta a un objetivo naval; agentes desplazándose por un inmueble para neutralizar a supuestos terroristas armados que planean un atentado con bombas; comandos de Operaciones Especiales moviéndose a gran velocidad con vehículos todoterreno por zonas desérticas para establecer posiciones adelantadas de vigilancia desde las que alimentar los canales de Inteligencia propia.

Todos esos colectivos especiales, y otros más de militares y de policías adscritos a cometidos más convencionales, tienen que enfrentarse en el desempeño de sus misiones a situaciones en las que deben empuñar sus armas de asalto y personales con la suficiente rapidez y precisión que les permita batir, con la máxima diligencia y la total seguridad para posibles civiles en la zona, a aquellos que son en ese momento su objetivo. Disponer en fusiles de asalto, subfusiles, escopetas, lanzagranadas no letales o pistolas de visores de punto rojo fabricados por Aimpoint puede ser determinante a la hora de conseguir su objetivo de forma positiva.

La gama de visores que la anterior fabrica en Suecia, con unos estándares de diseño, tecnología y procesos fabriles que son muy superiores a los de firmas más generalistas que suelen llegar de Asia, gozan de la más alta reputación internacional y por ello unidades de élite los tienen a su disposición y ejércitos de países como Francia, Noruega o Suecia han hecho que sean un punto fuerte de las capacidades de sus soldados de cara a situaciones propias el combate o de misiones de distinto fin y carácter.

Calidad en su evolución

Los visores de punto rojo Micro, CompM5, ACRO, que, junto con magnificadores ópticos 3x y 6x, conforman parte de la actual gama de Aimpoint son el resultado lógico de un proceso largo y evolutivo que ha aprovechado las sinergias de los usuarios, informaciones obtenidas de su uso en condiciones extremas y unas capacidades tecnológicas únicas para ofrecer diseños que muchos consideran lo mejor en la actualidad dentro de su segmento de producto.

Tactical Online ha estado, representada por quien estas páginas escribe, en fechas recientes en Suecia. Desde la localidad de Malmö, en el sur del país y situada especialmente cerca de Dinamarca, se puede visitar una compañía donde se produce una gama de visores que conozco especialmente bien.

Comencé a usarlos en la pistola con la que en la década de los noventa del siglo pasado competía en pruebas deportivas de IPSC (International Practical Shooting Confederation) y desde entonces los he venido utilizando también en carabinas del 9x19mm, escopetas del calibre .12 o rifles del .222 Remington que uso en diferentes actividades relacionadas con el tiro deportivo. He validado las capacidades de modelos que han ido cambiando en lo que es su concepción, pero que han mantenido la filosofía inicial en lo que es su sencillez de uso, demostrándome la máxima fiabilidad después de soportar las fuerzas generadas al realizar decenas y decenas de miles de disparos en el arma a la que acompañaban.

Paralelamente a mi experiencia personal, de más de tres décadas sin haber tenido ni averías ni problemas mecánicos con visores de distintas generaciones y modelos, he tenido la oportunidad de visitar unidades de Operaciones Especiales, de élite, de asalto policial, convencionales, tanto militares como policiales, en todo el mundo, observando que también ellos usaban esos mismos visores de Aimpoint. Lo hacían en unas condiciones de entorno y temperatura mucho más extremas que las mías y sus experiencias, que me transmitían los operadores, también apuntaban hacia lo más positivo; sobre todo, la facilidad de uso, la máxima fiabilidad y lo fácil que les resultaba situar el punto rojo del visor en el punto que, localizado a distancias de unas pocas decenas de metros o a varios cientos, buscaban alcanzar.

Muchos de ellos los han llevado a países como Afganistán, Mali, Iraq, lugares como las selvas sudamericanas o la gélida Noruega en invierno, o los han desplegado en entornos marítimos que suelen ser especialmente agresivos por la salinidad y la humedad. Estos visores de punto rojo suecos siempre han estado en la mejor disponibilidad, ofreciendo su referencia interior para apuntar y haciéndolo tanto de día como de noche, pues, son compatibles con medios de visión nocturna, después de inmersiones en el agua o tras varios días de patrulla en las que el reptar por los terrenos más variopintos puede ser conveniente en algunas fases del desplazamiento. 

Aimpoint, ha sido para ellos, y lo sigue siendo hoy, la mejor garantía para apuntar de la forma más diligente.

Esas características que definen a la gama de productos que se fabrican en Suecia viene determinada por un origen curioso. Fue en 1974, ahora hace justo casi medio siglo, cuando Arne Ekstrad, inventor y técnico, se encontraba afeitándose y observó en el espejo cóncavo que, pese a sus leves desplazamientos, el reflejo de una bombilla permanecía en el mismo lugar. Miró aquella referencia con el tubo de cartón del rollo de papel higiénico y de ahí surgió la idea de un concepto de visor de puntería transformado primero en prototipo y, con el apoyo económico de Gunnar Sandberg, en una realidad patentada y puesta en producción en 1975. Lo hizo con el nombre de Aimpoint Electronic en un concepto en el que la regulación de la referencia interna se realizaba desplazando su montura. Llegó en tres generaciones, designadas G1, G2 y G3, al mundo de la caza donde tuvo un notable éxito, siendo determinante en este el que el concepto evitaba errores de paralaje –parallax free– que aún tienen hoy algunos diseños que llegan al mercado.

Con la creación en 1982 de la Aimpoint Small Arms Division se impulsaron diseños como el del modelo 5000 de origen cinegético que valoraron también asociado a un subfusil por ellos concebido. Un punto y aparte en su evolución como marca se propició tras la difusión de imágenes de personal que, armado con fusiles Colt Commando del 5,56x45mm con culata retráctil y cañón corto, protegía al general estadounidense Schwarzkopf mientras ejercía su liderazgo en las operaciones “Desert Shield” y “Desert Storm” de 1991 en Iraq.

El uso del modelo 5000 por esos militares, que probablemente eran de la “Delta Force”, llevó a otros a fijarse en las cualidades positivas de los visores de punto rojo de Aimpoint. Fue un proceso evolutivo impulsado en 1997 cuando el Ejército de Estados Unidos (United States Army) solicitó 80.000 del tipo CompM2, que localmente designaron como M68 CCO (Close Combat Optic), y con la compra del Ejército de Francia (Armée de terre) de 10.000 de esos eficientes visores usados por tropas de montaña, legionarios, infantes de marina o paracaidistas.

La llegada de los primeros pedidos importantes en lo que a número de ejemplares solicitados se refiere, en unos años en los que producían entre ocho y diez mil visores al año, llevó a Aimpoint a aumentar su plantilla hasta 40 personas y a, en 1998, inaugurar las instalaciones de producción en Malmö. La llegada de Per Sandberg a la compañía impulsó, coincidiendo con el cambio de siglo, las áreas de diseño, producción, marketing, y derivó que en 2002 se estableciera Aimpoint Inc. como sede comercial y de almacén de productos en Estados Unidos.

En la primera década de este siglo lograron contratos tan importantes como uno de 565.000 visores para el U.S. Army -el mayor pedido de visores de la historia del sector-, otras ventas que harían que Noruega, Suecia o Francia generalizasen su uso en sus Fuerzas Armadas, y aquellas compras de lotes más reducidos que, con destino al entorno militar o al policial, han llevado a usarlos en unidades de élite de España, Italia, Grecia, Bélgica, Holanda, y ahora hasta los usan los ucranianos que los han recibido de países que ya los tenían en servicio.

A día de hoy, y dejando claro que Aimpoint mantiene como máxima no suministrar sus visores de punto rojo a países que no sean democráticos, se han fabricado unos 4 millones de visores de punto rojo de distintos modelos y la mayoría de ellos siguen en uso.

Buscando la excelencia

Las actuales instalaciones de Aimpoint en Mälmo, que se complementan con nuevos edificios que se están construyendo justo enfrente y con otro centro fabril situado en la zona norte de Suecia que incluye las instalaciones de Gällivare donde trabajan unas 75 personas en cometidos técnicos de desarrollo, investigación y experimentación, acogen hoy buena parte de una plantilla que ha crecido mucho últimamente hasta situarse en torno a los 400 empleados. Se trata de un colectivo que en buena medida se corresponde con especialistas de alto nivel y como referencia del crecimiento, señalar que hace 5 años eran 140 los que trabajaban en la compañía sueca.

En Mälmo hay varias áreas que concentran distintas actividades. Una es la que ocupa personal de marketing y administración encargado de tareas genéricas de promoción o gestión de documentación. Otra consiste en una serie de almacenes, perfectamente estructurados en lo que es su configuración y gestión, donde llegan todo tipo de piezas fabricadas por distintas compañías suecas siguiendo unas estrictas especificaciones y superando un exigente proceso de validación que contempla que algunas de ellas pasen por una zona de laboratorios con equipos de control y medida de alta precisión que garantizan una comprobación metódica y exhaustiva; junto a estos últimos se encuentran otras zonas habilitadas para comprobaciones tan extremas como las de inmersión simulada a 45 metros de profundidad o donde se verifica la resistencia de las distintas piezas a un largo periodo en contacto con diferentes tipos de lubricantes.

Además de los reseñados hay una zona de almacenaje final del producto ya acabado que se estiba antes de su envío al cliente y otro espacio de producción más técnico del que les daremos algunos detalles específicos al parecerse más a un laboratorio de alta tecnología que a una fábrica convencional.

Se trata de un área de varios cientos de metros cuadrados rodeada de mamparas acristaladas de forma que toda ella es estanca, manteniendo en su interior una temperatura y presión determinada que condicionan un ambiente perfecto para lo que se pretende conseguir. A los 20,5 grados centígrados constantes y al 40% humedad se añade un sistema de filtrado de ultra-partículas que once veces por hora limpia todo el aire de este recinto cerrado.

En distintas líneas hay estaciones de trabajo donde los técnicos de Aimpoint, que visten ropa especial para evitar cualquier contaminación que pueda afectar negativamente al proceso fabril -para recorrerla me tuve que vestir como ellos y cubrir mi calzado y cabeza-, van cumplimentando un proceso de montaje concebido para ser eficiente y, sobre todo, para lograr un producto con la mejor calidad técnica final. Unos se encargan de completar circuitos, otros de situarlos en las carcasas, hay quienes sellan las lentes con adhesivos especiales o graban con láser los números de serie, y a ellos se añaden los que comprueban detalles finales como la actuación precisa de los elementos de regulación de la posición del led (light emiting diode) de referencia central para validar que se cumplen los estrictos estándares de Aimpoint; por cierto, cada visor, una vez acabado, ha tenido que superar una serie de pruebas finales que permiten asegurar al 100% que sus prestaciones serán las previstas y que las mantendrá incluso en los rigores de utilización más extremos.

Toda esa excelencia aplicada en el proceso de fabricación se suma a la que ha definido las fases de diseño y de consecución de los proveedores que suministran distintas partes fabricadas también en Suecia, pues se busca ofrecer un producto diferenciador que satisfaga tanto a policías como a militares, personal de seguridad y protección, o a deportistas y cazadores. Lo hacen con una gama de visores optrónicos que son sencillos de usar, soportan los rigores de uso más extremos y son técnicamente hablando muy superiores a los de la competencia.

En general funcionarán en cualquier condición climática, pues, la concepción estanca de un diseño en el que la carcasa está fabricada en aluminio de grado militar ayuda a que soporten temperaturas que van desde los -45 bajo cero a los 71 grados centígrados, a soportar inmersiones a profundidades de varias decenas de metros, o a permanecer inmunes cuando se le somete a cambios bruscos de temperatura y/o presión o cuando tienen que soportar la energía del retroceso propia de calibres grandes o de armas con las que se realizan cientos y cientos de disparos. A la concepción tubular de buena parte de la gama se añade que sus lentes -dos en la parte delantera- son especialmente claras y se caracterizan por una elevada capacidad en lo que a transmisión de luz se refiere.

Facilitan la observación nítida tanto del punto rojo central como del objetivo, y así conseguir situar el primer sobre el segundo de forma fácil, casi instintiva y con los dos ojos abiertos, manteniendo a la vez una excelente percepción de lo que acontece alrededor de ese lugar. Una larga vida de su batería que en algunos casos permite 5 años de uso continuado, su concepción robusta del visor de los elementos de anclaje al arma, o la posibilidad de regular la intensidad del punto rojo interior -se genera un “click” audible para conseguir efectos más precisos- para usarlos en conjunción de gafas de visión nocturna o en lugares donde el brillo del sol es extremo, son, entre otros, valores añadidos que definen y diferencian a los Aimpoint.

Acabaremos estas páginas señalando que a finales de 2022, y dentro de una filosofía que hace de esta compañía la número uno del mundo en los productos que la caracterizan, alcanzaron la cifra de los 4 millones de visores de punto rojo Aimpoint producidos, número del que más de 3 millones se corresponden con ventas para el mercado profesional. Estas últimas las apoyan positivamente con un plantel formativo que, formado en buena medida por ex militares y policías con una dilatada experiencia, suele desplazarse a las unidades que adquieren sus productos para brindarles la necesaria formación y adiestramiento inicial que les permita extraer el máximo rendimiento operativo.

Texto y fotos: Octavio Díez Cámara©

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