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Proponen que se coloque una placa conmemorativa de la visita de Federico García Lorca a Pamplona en 1933

Federico García Lorca llegó a Pamplona el 23 de agosto de 1933 invitado por el Ateneo de Navarr

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  • Última foto conocida de García Lorca

Pamplona guarda en su historia cultural episodios discretos pero profundamente significativos, pequeñas escenas que ayudan a comprender la riqueza intelectual y humana de una época. Uno de esos momentos, poco conocido pero cargado de simbolismo, es la visita que Federico García Lorca realizó a la ciudad en el verano de 1933, cuando el poeta granadino recorrió el país con la compañía de teatro universitario La Barraca.

El grupo municipal de Contigo – Zurekin llevará a la comisión de Asuntos Ciudadanos del Ayuntamiento de Pamplona/Iruñea una propuesta para rendir homenaje a aquel acontecimiento mediante la colocación de una placa conmemorativa que recuerde el paso de Lorca y de los integrantes de La Barraca por la ciudad. La iniciativa busca rescatar del olvido una microhistoria que conecta a Pamplona con uno de los nombres más universales de la literatura española.

Federico García Lorca llegó a Pamplona el 23 de agosto de 1933 invitado por el Ateneo de Navarra. Lo hizo acompañado por La Barraca, un proyecto cultural impulsado durante la Segunda República con el objetivo de acercar el teatro clásico español a pueblos y ciudades, especialmente a quienes apenas tenían acceso a la cultura. Con un grupo de jóvenes estudiantes, Lorca recorrió 64 localidades llevando el arte dramático a plazas y escenarios improvisados, convencido de que la cultura debía ser un derecho compartido.

Durante su estancia en Pamplona, la compañía ofreció dos representaciones, el Ayuntamiento brindó al poeta una recepción oficial y sus amistades le llevaron a conocer la sociedad Lagun Artea. La visita fue recogida por la prensa de la época. La revista Cultura Navarra, editada por el Ateneo navarro, señalaba en septiembre de 1933 que la compañía había llegado «cumpliendo una misión pedagógica oficialmente autorizada y protegida» y destacaba que el municipio, «sin distinción de derechas e izquierdas», supo acogerles con afecto y ofrecer al pueblo «un espectáculo de alto valor».

La experiencia dejó huella también en el propio Lorca. Desde Pamplona envió una postal a su familia en la que relataba el éxito de las representaciones y el itinerario posterior de la compañía. A sus allegados les confesó, además, la impresión que le causó el paseo junto al río Arga, una imagen que quedó grabada en su memoria durante aquel viaje por el norte.

Aunque no se conserva constancia exacta del repertorio representado en la ciudad, es muy probable que La Barraca pusiera en escena obras como Fuente OvejunaLa vida es sueño o La tierra de Alvargonzález. Más allá de los títulos concretos, la presencia de Lorca en Pamplona supuso un encuentro entre la ciudad y un creador comprometido con la democratización de la cultura, en un tiempo marcado por el impulso educativo y la apertura de bibliotecas públicas en Navarra.

La propuesta presentada por Contigo-Zurekin, plantea, además de la colocación de una placa cerca de la sociedad Lagun Artea, la organización de unas jornadas dedicadas a la figura, la obra y el legado de Federico García Lorca. Casi un siglo después, Pamplona aspira así a reconocer que la luz del poeta también pasó por sus calles y a preservar ese recuerdo como parte de su memoria colectiva.

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