En el mundo del perro, pocas historias empiezan con un golpe tan duro —literal y emocional— como la que dio origen a Docan, el proyecto liderado por Dorian, especialista en conducta y educación canina en Pamplona. Hace quince años, Dorian vivió un episodio que marcaría para siempre su trayectoria profesional y personal: una perra adoptada, aparentemente dócil, le lanzó un ataque que terminaría con una lesión grave en el brazo y una herida más profunda aún en su percepción sobre los perros y sobre sí mismo.
Hasta aquel momento, pensaba que tenía “mano” para los animales. Había convivido con perros sin grandes dificultades y creía entenderlos de manera intuitiva. Como tantos propietarios, confiaba en el mito del instinto. Sin embargo, aquella mordida lo obligó a replantearse todo. “Esa perra me hizo más daño psicológico que físico”, recuerda. Fue el golpe que lo llevó a buscar ayuda profesional, formarse en centros especializados y finalmente dedicar su vida al estudio y tratamiento de la conducta canina.
De esa experiencia nace Docan, una empresa que no solo ofrece modificación de conducta a domicilio, sino también cursos de educación urbana y preparación de perros de asistencia, protección y búsqueda. Con un enfoque profundamente técnico pero al mismo tiempo humano, Dorian se ha convertido en una referencia en Pamplona para propietarios que atraviesan problemas serios con sus perros o que simplemente quieren entenderlos mejor antes de que surjan dificultades.
El problema empieza antes del problema: genética y selección
Según explica, una de las raíces del aumento actual de casos de conducta problemática está en la pérdida de la antigua selección de ejemplares. Durante décadas, los criadores elegían cuidadosamente qué perros debían reproducirse, buscando estabilidad de carácter, equilibrio y aptitudes concretas. Hoy, sin embargo, se sacan adelante camadas sin filtrar temperamentos ni capacidades.
El resultado es un panorama más complejo: perros con niveles muy altos de inseguridad, miedos profundos o, en el extremo contrario, ejemplares con carácter fuerte y potencia física considerable. Dorian insiste en que estos dos perfiles son los que más conflictos generan, especialmente cuando llegan a familias que no cuentan con la experiencia o guía adecuadas.
De ahí una de sus recomendaciones más contundentes: “Un profesional debería intervenir incluso antes de que una familia decida qué perro incorporar”. Su objetivo no es elegir por ellos, sino evaluar qué ejemplar encajará con su estilo de vida, su nivel de actividad, sus expectativas y la capacidad real de manejo del futuro propietario.
No es la raza, es el ejemplar
En sus evaluaciones, Dorian se encuentra a menudo con una creencia extendida: hay razas “perfectas para familias” y razas “difíciles por naturaleza”. Para Docan, esta idea es tan simplista como peligrosa.
Un labrador puede ser un perro equilibrado o un torbellino incontrolable. Un pastor alemán puede ser fiable o imprevisible. El comportamiento final depende de factores como la genética específica del cachorro, los estímulos que reciba, la estabilidad del entorno familiar y, sobre todo, la forma en que se le eduque desde el primer día.
“No existe el perro ideal —matiza—. Existe el perro adecuado para cada tipo de persona”. Ese es, precisamente, el núcleo del trabajo de Docan: construir la convivencia más sana posible entre perro y humano, respetando la naturaleza de ambos.
Las bases de una convivencia equilibrada
El método de Docan parte de conceptos simples pero fundamentales. La convivencia sana con un perro depende de tres pilares básicos:
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Comportamiento estable en casa: límites coherentes, rutinas claras y ausencia de caos emocional.
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Buen comportamiento en la calle: control del entorno, manejo adecuado de estímulos y capacidad de respuesta ante el guía humano.
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Educación desde el primer día: con un cachorro, cada interacción cuenta.
La socialización, una palabra muy usada pero a menudo mal entendida, es para Dorian uno de los puntos más importantes. Sin embargo, aclara que socializar no significa dejar que el perro interactúe con todos los perros que se encuentre:
“La socialización es buena solo si se seleccionan bien los estímulos. Una mala experiencia a edades tempranas puede marcarlo de por vida.”
A partir de los cinco meses llega la pubertad, una etapa donde las hormonas despiertan conductas impulsivas. Muchos propietarios creen que un perro de un año y medio sigue siendo un cachorro, lo que conduce a permisividades que se convierten en problemas. Y cuando el perro llega a su edad adulta, entre los dos y cuatro años, emerge la personalidad definitiva: la suma de genética, entorno y educación.
Personas y perros: dos piezas que deben encajar
En Docan explican que una familia inactiva puede tener un perro activo… si está dispuesta a trabajar la calma, la estimulación adecuada y la estructura. Una familia deportista puede tener un perro tranquilo… si respeta sus límites y necesidades.
Lo importante no es imponer jerarquías rígidas, sino establecer un vínculo sólido y una comunicación clara. Dorian lo resume así:
“El perro no necesita un jefe, necesita una guía”.
Evaluar para entender: el método Docan
Cuando una familia acude a Docan porque ya existen problemas de conducta, el proceso empieza con una evaluación completa en el domicilio. Este paso es clave porque revela dinámicas que no podrían observarse en un centro o en una consulta.
La evaluación consta de tres partes:
1. Entrevista personal detallada
Dorian conversa con los propietarios, plantea decenas de preguntas y obtiene información sobre rutinas, expectativas, experiencias pasadas y problemas concretos. Todo en el entorno real del perro.
2. Observación directa en su espacio natural
Al dejar de prestar atención al perro para centrarse en el especialista, los propietarios permiten que el animal muestre conductas que normalmente pasan inadvertidas: inseguridad, falta de obediencia, dependencia excesiva, reactividad o patrones de control hacia los humanos.
3. Evaluación con dos perros preparados específicamente
Uno de los aspectos más diferenciadores de Docan es el uso de dos perros evaluadores. Dorian conoce perfectamente sus reacciones, por lo que interpreta su comunicación para saber qué transmite el perro del cliente.
“El que mejor me dice quién es el perro del propietario es mi propio perro”, afirma.
Con toda esta información llega la pregunta clave que siempre formula:
“¿Qué tendría que cambiar para que vuestro perro sea vuestro perro ideal?”
La respuesta define el objetivo real del proceso, que puede distar mucho del concepto que él mismo tendría de un “perro perfecto”.
Tras la evaluación, se diseñan sesiones espaciadas. Docan no trabaja semanalmente, porque el foco no está en ejercicios puntuales, sino en pautas integradas en la vida diaria. El cambio debe aparecer en la relación, no solo en el entrenamiento.
Algunos casos se resuelven con dos pautas simples; otros requieren un acompañamiento continuado durante años. Como la historia de una clienta, madre soltera, cuya pastora alemana necesita un reajuste cada seis meses. Una sesión basta para restablecer el equilibrio y garantizar una convivencia tranquila y segura. “Es la mejor inversión del año”, asegura ella.
Una vocación que nació del golpe
Dorian reconoce que, aunque su entrada al mundo del perro fue dolorosa, esa experiencia le dio un propósito. Docan es hoy una empresa que acompaña, guía y sostiene a familias y perros que necesitan recuperar la armonía. Y lo hace desde un enfoque en el que técnica y humanidad caminan juntas.
“Un perro no es un problema”, insiste. “Es una pregunta que todavía no se ha sabido responder”. Docan trabaja para encontrar esa respuesta.
CONTACTO Y HORARIO
Docan – Educación, conducta y preparación canina en Pamplona
? Teléfono: 671 98 35 18
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Horario de atención:
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